Son muchos los visitantes de Formentera que deciden dar el salto a Ibiza para disfrutar de un día en la capital. Vila, como se la conoce entre el público local, ofrece un sinfín de atractivos, algunos de los cuales son totalmente imprescindibles para el recién llegado.
La gran ventaja de llegar al puerto de Ibiza es que desembarcamos en el Port Vell, parte indisociable del núcleo histórico de la ciudad. En cuatro pasos ya estaremos inmersos en los barrios más auténticos como La Marina, el Eixample de Vara de Rey, Sa Penya o Dalt Vila.
Vara de rey
La Marina, como su nombre indica, es el barrio ribereño que linda con las aguas del puerto. Junto a sa Penya, el barrio donde vivían los pescadores, conformaban el núcleo poblacional de la vieja Ibiza. Ya dentro de las murallas, Dalt Vila, la ciudad alta, alberga algunas de las residencias de las familias más pudientes y la arquitectura recoge ejemplos de palacetes que se remontan a siglos atrás. Por ello una de las mejores recomendaciones que podemos hacer al visitante es recorrer los muelles del puerto y perdernos por las calles de esos barrios, empezando por La Marina, con sus tiendas y su animada vida en las terrazas de bares y restaurantes.
La Marina
En dirección al “muro”, el muelle original del puerto, con su pequeño faro-baliza, encontraremos varias escalinatas que nos conducirán a la calle de la Virgen, una estampa clásica ibicenca, de fachadas blancas e irregulares que hoy albergan a multitud de locales y boutiques. Cerca, el museo de la Casa Broner, el hogar que el arquitecto alemán Erwin Broner se construyó a finales de los 50 nos brinda la posibilidad de visitar una maravilla arquitectónica que sintetiza los valores esenciales de la corriente Bauhaus. Recorriendo la calle de la Virgen en dirección hacia el centro de la ciudad desembocamos en el Mercat Vell y en el acceso principal a las murallas, el Portal de ses Taules o “rastrillo”, punto recomendado para empezar la ascensión a Dalt Vila.
Portal de ses Taules
En sus recoletas calles nos esperan mil rincones fascinantes, con la catedral en la cúspide y con miradores espectaculares en cada baluarte. Ya descendiendo, poco antes de que salgamos del recinto amurallado, es parada recomendable el Museo de arte Contemporáneo, el MACE. Una vez fuera, otra visita obligada es la necrópolis de Puig des Molins y su museo, el mejor ejemplo de recinto sagrado púnico-fenicio de esta parte del Mediterráneo, con un interesante recorrido por varios de sus hipogeos. Vara de Rey y la Plaza del Parque son grandes espacios peatonales donde se mezcla una bulliciosa actividad en sus terrazas.
M.A.C.E
Aparte de sus bares y restaurantes, las innumerables tiendas y boutiques ofrecen un espectacular abanico de propuestas llenas de creatividad y estilo puramente ibicenco para rematar una jornada perfecta.
