Formentera es un pequeño paraíso sobrado de encantos. Si bien la mayoría los asocian con las cristalinas aguas de sus playas y calas, la isla ofrece un extenso catálogo de atractivos en el que los pueblos ocupan un lugar destacado.
La Savina es el puerto que da la bienvenida a todos los visitantes de la isla. La vitalidad de sus muelles, en los que se localizan multitud de restaurantes, bares y tiendas, es el fruto de años de actividad. Comenzó como puerto desde el que se cargaba la sal de los estanques salineros y como zona de fondeo para los pescadores. Hoy es el epicentro de la actividad marítima, el lugar donde desembarcan los pasajeros de Mediterranea Pitiusa y donde se ubica la estación marítima y todos los servicios asociados: alquiler de vehículos, taxis, parada de autobús, etc.
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A unos 3 km del puerto, ya en el interior, encontramos Sant Francesc Xavier, la capital de la isla. Su plaza y su austera iglesia-fortaleza del S. XVIII son el corazón de esta encantadora población. Después de disfrutar de sus tiendas y restaurantes podemos descubrir lugares tan interesantes como la capilla de Sa Tanca Vella o el Fossar Vell, un cementerio restaurado que fue finalista de los premios FAD de arquitectura en 2017.
Dejando la capital y siguiendo la carretera principal llegaremos al pueblo de Sant Ferran de Ses Roques. Cuenta con un núcleo histórico peatonal muy agradable y lleno de locales, algunos llenos de historia como la ya icónica Fonda Pepe. La pequeña iglesia preside el conjunto urbano que destila un ambiente desenfadado y relajante.
Si continuamos ruta sin abandonar la carretera llegaremos a un recoleto rincón marinero que se llama es Caló de Sant Agustí, a los pies del gran promontorio de La Mola. Este diminuto puerto da cobijo a una serie de artesanales varaderos de madera desde el que se hacen a la mar pequeñas embarcaciones. Muchas de ellas llaüts tradicionales que provisionan de pescado fresco las mesas de muchos restaurantes de la isla. Los locales de comida tradicional que custodian el muelle principal son un lugar perfecto para disfrutar de una sobremesa puramente mediterránea.
Más adelante la carretera empieza a caracolear y a escalar los más de 100 metros de desnivel que separan la zona de es Caló con la planicie de La Mola, una de las dos grandes elevaciones rocosas de la isla. Una vez arriba nos da la bienvenida El Pilar, un pausado pueblo lleno de carisma. Rodeado de campos de cultivos y paredes de piedra seca, El Pilar destila tranquilidad y buen ambiente. Allí se celebra un popular mercadillo artesanal y es la antesala al célebre mirador del faro de la Mola, con vistas espectaculares al horizonte marino.
Es Pujols es otro núcleo urbano eminentemente turístico que se halla a poca distancia de Sant Ferran y también de La Savina. Su animada vida diurna y nocturna corre a cargo de una amplia oferta hostelera. Restaurantes, bares, pubs, tiendas, mercadillos, hoteles y apartamentos suponen un poderoso foco de atracción para el visitante, al que se debe añadir una bonita playa con todos los servicios.
Te invitamos a que los descubras con Mediterránea Pitiusa
